Baile de Negras, una tradición de los masayas que aún se conserva

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Los danzantes son acompañados por amigos y familiares durante todo su recorrido por los barrios de Masaya. • Foto: Onda Local / Cortesía

Kevin Ugarte, de 25 años de edad, es un apasionado por los Bailes de Negras, una de las expresiones populares más representativas de la ciudad de Masaya. Desde 2016, el joven inició en esta práctica cultural que rescata los orígenes indígenas de la población que al son de la marimba danzaban como parte de sus celebraciones.

Aunque su mejor etapa como bailarín ocurrió hasta 2017 cuando hizo el papel de “negra” (de mujer), reconoce que su primera participación como “el varón” en 2016, le permitió encontrarse a sí mismo y destacar entre las parejas de danzas. Sin embargo en 2021 migró a Estados Unidos y no pudo continuar con la tradición.

“El año pasado fue muy difícil para mí porque eran 6 años bailando; fue el primer año que vi los Bailes de Negras por video llamada. Lloré porque es algo que me apasiona. Aquí en Estados Unidos he bailado, no con trajes, pero sí con mi familia para rescatar nuestras culturas y tradiciones”, destacó Ugarte. 

Según el historiador Silvio Ortega, los Bailes de Negras datan desde comienzos del siglo XX, allá por la década de 1900, cuando los indígenas se manifestaban de incógnito, es decir, de una forma oculta, tiñéndose la cara de negro.

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Los trajes y las máscaras para los Bailes de Negras

Para Ortega, los Bailes de Negras son una representación escénica exclusiva de la ciudad de Masaya, y su nombre no hace referencia a personas o grupos étnicos de origen o raza negra, sino que “es un producto social que proyecta y expresa la realidad de su tiempo y entorno”, como toda expresión folclórica.

“Voy a salir en un Baile de Negras… dicen algunos amantes de nuestras danzas folclóricas. La pregunta de rigor es… ¿de qué vas a salir? Voy de negra, es la contestación. El danzante responde y quiere decir, que va de incógnito, ocultando su personalidad, no quiere ser reconocido”, describe el historiador.

Por su parte, Ugarte reconoce que los Bailes de Negras son “una tradición” de Masaya, y las danzas en las calles son un intento por mantenerlas, con la diferencia de que las nuevas generaciones hacen cambios y transformaciones en las ideas de los vestuarios y máscaras. Añade que en años anteriores los trajes para Bailes de Negras eran diseñados de forma “sencilla y sin tanto espectáculo”.

Incluso, el historiador afirma que en la actualidad, los Bailes de Negras no presentan a hombres pintados de negro, sino al disfraz con máscaras de cedazo, “lo que les permite ciertas libertades y transformaciones”; es como si “el actor prestara su cuerpo a la máscara y esta se convierte en un elemento imprescindible de la coreografía”.

Además, señala que en “el ocultamiento la máscara es el hilo que comunica nuestras danzas de negras con las danzas indígenas precolombinas y coloniales” que forman parte de las tradiciones y la idiosincrasia de los nicaragüenses.

“La máscara en esta danza, se ha vuelto objeto de un ritual solemne, mágico-religioso, porque la máscara en sí, es el personaje central. La concepción del Baile de Negras queda establecida y reconocida para identificar este grupo de expresiones folclóricas”, agrega.

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Los primeros danzantes de los Bailes de Negras

Ortega también rememora a los primeros integrantes que danzaban al ritmo de Bailes de Negras. Estos eran habitantes de los barrios de San Jerónimo, San Juan y San Miguel, de Masaya. Además, explica que la tradición es que las parejas estén conformadas por varones pues es  ahí donde deslumbra el protagonismo de la máscara.

“El por qué algunos decidieron disfrazarse de mujeres, se comprende porque las féminas del sector antes referido, consideraban en esos años a esta danza, como propias de indios, jinchadas, les daba pena y vergüenza. No habiendo elemento femenino con qué acompañarse o hacer pareja, muchos optaron por disfraz de mujer, bajo el anonimato, bajo el ocultamiento, como lo habían venido haciendo nuestros antepasados”, detalla.

Ugarte explica que en la actualidad los Bailes de Negras empiezan el primer domingo de noviembre, pero otros grupos prefieren iniciar el segundo domingo. No obstante, afirma que desde julio los danzantes se preparan con ensayos constantes al ritmo de la marimba y sin los trajes, como preparación para el día de la “gala” que se enmarca por el bullicio, la algarabía y la presencia de cientos de espectadores en las calles.

“Ese día se visitan un promedio de 30 casas, es decir, hacemos 30 presentaciones desde el día hasta la medianoche, incluso hay grupos que duran hasta la madrugada del día siguiente”, manifiesta Ugarte.

El precio detrás de la tradición de los Bailes de Negras

Para Ugarte, el cansancio físico es el primer precio que deben pagar los tradicionalistas, pues el traje ajustado y los zapatos de tacón, bajo la presión del calor y la lluvia, abren paso al agotamiento. Así mismo, señala el alto costo económico de la vestimenta.

Afirma que el traje más sencillo podría costar 5 mil córdobas, y el vestuario más lujoso y extravagante podría sobrepasar los 10 mil. En esos casos, los tradicionalistas procuran hacer compras de tela y otros accesorios desde meses antes para minimizar los gastos a la puerta del día de la “gala”.

“Un día se compra la tela, otro día las piedras, otro las plumas y después el material para el sombrero. Para no sentir el alto costo de un solo, venimos comprando ‘cositas por cositas’ para que los gastos no sobrepasen nuestras posibilidades. La última vez gasté casi 11 mil córdobas, metiendo los zapatos”, rememora Ugarte.

El joven bailarín describe con entusiasmo los logros y la admiración de la gente que los acompaña cuando salen a las calles a hacer sus presentaciones en honor a las fiestas patronales de Masaya; San Jerónimo y San Miguel Arcángel.

Incluso, dice extrañar sus días de danza en Masaya por lo cual pidió que le enviaran a Estados Unidos “el abanico” que utilizó durante su última presentación de Bailes de Negras en 2021.

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