Santa Julia tiene agua una vez a la semana

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En estas botellas Gabriela Palacios almacena agua para uso doméstico • Foto: Caio

Un problema de abastecimiento de agua en Santa Julia, ubicada en las montañas del Crucero, un municipio de Managua llevó a esta comunidad a convertirse en una de las más conocidas por sus prácticas agroecológicas que tienen como objetivo cuidar el suelo para proteger el agua.

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En un verano, entre marzo y abril, una familia que vive en un barrio en el centro de Managua, puede gastar miles de galones de agua potable en unas horas para llenar una piscina.

Pero no muy lejos, a 25 kilómetros de la ciudad, otra familia de la comunidad rural de Santa Julia, en el municipio del Crucero, apenas recibe agua potable una vez a la semana por pocas horas. Esta es la realidad actual que viven estas familias.

Pero la falta de agua ha sido un elemento de motivación para esta comunidad liderada por mujeres. Un problema de abastecimiento de agua en Santa Julia, llevó a esta comunidad a convertirse en una de las más conocidas por sus prácticas agroecológicas que tienen como objetivo cuidar el suelo para proteger el agua.

No desperdiciar el agua

Santa Julia está ubicada a 5 kilómetros, aproximadamente, de la entrada al municipio del Crucero. No hay buses para llegar a este lugar de subidas y bajadas. Los habitantes deben caminar si quieren salir a la carretera, o esperar que alguien les dé raid en moto o con suerte en un carro. Para los que van por primera vez a este lugar, el paisaje los puede impresionar porque desde los empinados caminos se observa una alfombra verde que es el bosque seco que llega hasta el horizonte, hasta pegar con el océano Pacífico.

Antes de ser una comarca en 1979, Santa Julia fue una hacienda cafetalera. Por eso se pueden ver estructuras como torres de acopio o campos de secado del café y grandes y profundas piletas donde se almacenaba agua. Actualmente hay 69 familias que viven en Santa Julia, una gran parte tiene conexión al servicio de agua de ENACAL, pero solo llega una vez a la semana y por pocas horas.

Lea Moncada, habitante de Santa Julia y socia de la cooperativa Gloría Quintanilla, en donde están organizadas más de 20 mujeres y algunos hombres, afirma que por muchos años se acostumbraron a racionar y cuidar el agua.

No hay cabida para el desperdicio, cuando se vive con el agua racionada hasta la gota más mínima se aprecia, asegura. Por muchos años tuvieron que recoger agua en lo que podían y tenían que ir a las piletas para poder bañarse o lavar ropa o trastes.

Una pileta con más de 20 metros de profundidad. En esta se almacena agua de lluvia que es usada por los pobladores. Sin embargo, representa un riesgo para la niñez.  

Dos años sin pozo

A pesar de que el agua les sigue llegando una vez a la semana, la situación ha mejorado desde que rehabilitaron el pozo de la comunidad. Moncada explica que cuando el agua que logran recoger se acaba ponen a funcionar la bomba del pozo para extraer agua.

El pozo fue construido en 2017, pero en 2019 se descompuso y pasaron dos años sobreviviendo con el agua que le llegaba una vez a la semana y el agua de las piletas.

Pero en noviembre de 2021, la bomba del pozo fue rehabilitada. Esto fue con el apoyo de la fundación Apapachoa y ayuda del gobierno, afirma Moncada. Sin embargo, en mayo de 2022, esta fundación fue una de las 50 ONG`s que perdieron su personería jurídica. Aunque, ya había cerrado operaciones en diciembre de 2021.  

La Fundación Apapachoa además capacitó a varios jóvenes de la comunidad como guías turísticos, muchos de ellos trabajan en el hotel Habitarte Resort, un hotel de montaña ubicado en la reserva ecológica El Bajo, que colinda con Santa Julia.

Moncada detalla que el pozo bombea suficiente agua para abastecer a las personas que están conectadas a la tubería. Pero los habitantes de las casas que no tienen conexión, deben ir con baldes a traer el líquido directamente a los tanques de almacenamiento. “Los habitantes del sector uno son los que tienen este problema”, precisa Moncada, quien asegura que están buscando una solución para ellos.

Su propia marca de café

Santa Julia está en una zona de infiltración muy importante. De esa área se originan muchos riachuelos que poco a poco forman ríos que atraviesan la planicie hasta llegar al océano Pacífico. Muchos de estos ríos, como el Citalapa, son utilizados por comunidades rurales y también para la industria agrícola, como la caña.

Las mujeres de la cooperativa están conscientes de eso. Eloisa García, una de las fundadoras de Santa Julia, tiene sembrado en su patio, café, diversas variedades de plátano, frutas y árboles.

Al igual que ella otras mujeres también tienen diversidad de cultivos en sus parcelas, sin cortar árboles. “Esto lo hacemos porque cuidamos el suelo. Por eso nuestra comunidad se mantiene verde todo el tiempo”, asegura.

García muestra su cosecha de agua. En una pila de concreto tiene agua recogida de la lluvia. Con esa riega las plantas durante el verano. En la pileta se ven peces nadando. Están ahí para comerse las larvas de zancudos.

La cosecha de agua permite a las personas poder regar los cultivos durante el verano

Luego enseña una botella de plástico llena de un líquido verde y asegura que es un insecticida agroecológico hecho con picante y hojas de árboles. Este producto lo utilizan para controlar las plagas como la roya y el gorgojo, además que ayuda a nutrir las plantas.

García afirma que la mayoría de los productores intentan no usar venenos o fertilizantes químicos.

Santa Julia produce frijoles, banano, quequisque, ayote, pipián, pitahaya, papaya, aguacate y café. Hasta tiene su propia marca de café, se llama “Café Gloria Quintanilla, café con aroma mujer del campo”.

Problemáticas

Todo eso le ha valido para ganar proyectos con organizaciones no gubernamentales. García asegura que actualmente tienen proyectos activos en agroecología con el gobierno de Canadá.

La comunidad ha sabido vender su imagen. García afirma que para el natalicio de Augusto Sandino debían ir a los canales oficialista, 4, 6 y 2. “Nos vinieron a buscar y toda la tarde pasamos en eso ¿Por qué? porque nos reconocen por vender café, banano y frijoles”.

El 50% de la comunidad se dedica a la agricultura, el resto, principalmente hombres, trabajan como guardas de seguridad, señala la lideresa.

El Gobierno constantemente las está llevando a ferias para que vendan sus productos y las presenta en sus medios de propaganda como una comunidad ejemplo. 

Pero, a pesar que Santa Julia es un ejemplo de comunidad agroecológica, aún tiene mucha pobreza. La gran mayoría de las casas son precarias, hechas de madera o zinc viejo, otras con plástico negro.

Hace falta un transporte público. Actualmente el camino hacia la comunidad está en buen estado. Moncada afirmó que en 2020 las lluvias provocadas por los huracanes ETA e IOTA, dejaron una casa destruida y otras en riesgo por los deslaves. Algunas casas están a pocos metros de los precipicios. 

Mientras algunas familias de Santa Julia almacenan agua en botellas plásticas sucias a causa del racionamiento de agua, miles de galones son desperdiciados en Managua para llenar una piscina o lavar un carro. Lea Moncada afirma que en un futuro esperan llevar agua a las familias que aún no tienen. 

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