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Nicaragua agota el agua, una de sus mayores riquezas

Odette, Nísia | 29 Dic 2020

Nicaragua agota el agua, una de sus mayores riquezas

El agua se profundiza, se escasea, se derrocha, se contamina. No todo es culpa del cambio climático. Quienes estudian el estado de los recursos hídrico de Nicaragua han advertido que la pérdida de cobertura boscosa afecta la recarga hídrica de los acuíferos. Esto, sumado a los efectos del cambio climático, afecta la disponibilidad de agua en las comunidades. Se calcula que, en Nicaragua, una persona tiene derecho de aprovechar al menos 300 barriles de agua al año, pero si no la cuidás y defendés estarías desperdiciando tu futuro.  

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El calentamiento de glaciales, el aumento del nivel del mar y de la temperatura están modificando la vida en la tierra. Para el biólogo y experto en recursos hídricos, Salvador Montenegro Guillén, estos cambios están relacionados con el aumento de la temperatura y se manifiestan siempre asociados al agua, sea en el aumento de las precipitaciones, las inundaciones o la disminución de estas que ocasionan sequías severas. “En ambos casos las modificaciones son extremadamente graves y afectan no solamente la economía, la sociedad, el ambiente, sino que las opciones del futuro”, advierte Montenegro.

Montenegro también explica que una de las causas frecuentes de estos cambios en el clima se debe al consumo de combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas natural) que han aumentado la disponibilidad de gases de efecto invernadero como dióxido de carbono, metano y otros gases, que modifican el comportamiento de la temperatura en la atmósfera, ocasionando que aumente el grado de calor en los mares.

Nicaragua no escapa de esta realidad y se encuentra junto con Honduras entre los dos países centroamericanos más vulnerables al cambio climático, según un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). El impacto de la variabilidad climática y los efectos socioeconómicos del cambio climático son visibles en las sequías prolongadas, daños en las cosechas, tormentas y huracanes.

En el último mes el país vivió los estragos de dos huracanes, Iota y ETA de categoría 5 y 4 respectivamente. En el caso de Iota los vientos máximos sostenido alcanzaron los 250 kilómetros por hora y abundantes lluvias: tras su paso dejaron personas muertas, inundaciones, ríos desbordados (Río Wawa, Río Kukalaya, Río Prinzapolka, Río Coco, Río Grande de Matagalpa), deslaves y aumento del nivel del mar. A través de un informe preliminar divulgado en noviembre, el régimen de Daniel Ortega informó que las pérdidas económicas ascendían a 742 millones de dólares.

El mar entró a la comunidad de Haulover y la  partió en dos. Fotografía: Onda Local

Montenegro señala que este panorama se vuelve sombrío cuando se relaciona con el cambio climático, la falta de un ambiente sano y forestado no permite que se resista a los impactos.

En los municipios y comunidades, los efectos del cambio climático se viven en el día a día y tiene relación directa con la disponibilidad de agua que escasea y se profundiza cada año.

La comunidad Santa Cruz, ubicada en la zona amortiguamiento de la Reserva Natural San Cristóbal reciente la falta de agua para consumo. Fotografía: Onda Local

Ha sido duro tener agua, en el invierno no sufrimos de agua, porque llueve y agarramos agua de lluvia, dice Sara Matilde Membreño, originaria de la comunidad Santa Cruz, ubicada en el límite de la Zona de Amortiguamiento de la Reserva Natural San Cristóbal-Casita, en el municipio de Chinandega.

Las 62 familias que viven en la comunidad tienen dificultades para acceder al agua. “Agarramos día de por medio, lo mío son 24 minutos, cada quien sabe el horario, si no lo agarro en ese momento me quedo sin agua”, asegura Sara.

Sara llegó a Santa Cruz cuando era una niña de 10 años, recuerda que en la comunidad siempre han trabajado en la siembra de frijoles, maíz y cultivando sus huertos. Narra que las personas que fundaron la comunidad lograron conseguir unos tubos y con eso acercaron el agua al poblado. “Al principio, iban como a cinco kilómetros a traerla, a Los Ranchos, la traían a caballo o atuto, con ayuda, poco a poco se han llevado los tubos hasta la comunidad”. La poca agua que lograban conseguir sólo ajustaba para tomar, bañarse y cocinar.

Una donación de tanques realizada por el Centro Humboldt hizo posible que Sara lograra almacenar 16 barriles de agua de lluvia, a esto le llaman cosecha de agua. Esto les ayuda a sobrevivir y almacenar agua para el verano.

Son siete kilómetros de tubería los que existen desde el ojo de agua ubicado entre el Cerro Casitas y el San Cristobal; el agua baja por gravedad hasta la comundiad de Santa Cruz.

Sara Membreño, enseña el agua de lluvia que ha recogido en su tanque. Fotografía: Onda Local

Marzo, abril y mayo son los meses más críticos en Santa Cruz. “Sufrimos de agua, a veces no agarramos ni para tomar, pero ya nos suplimos con estos tanques, aunque sea para lavar, bañar y el resto lo guardamos para el oficio”.

Sara suelta una carcajada al contar que ahora almacenan agua y les sobra para darle de beber a las gallinas, los cerdos, caballos, perros y vacas. “Porque aquí sufren los animales en el verano, antes si teníamos unas tres vaquitas ya no podíamos pasar a más, porque no ajustábamos, aquí el agua no nos ajusta, es cada vez más escaza”, dice Sara, quien ahora se enorgullece de poder criar animales en su casa.

No se puede cosechar sin agua

En Nicaragua la variabilidad del clima se manifiesta en dos eventos meteorológicos: El Niño y La Niña, el primero ocasiona sequías y el segundo inundaciones. Estos fenómenos, sumado a los efectos del cambio climático, también hacen difícil la vida en zonas donde hay escasez de agua. Quienes habitan en Santa Cruz, lo viven en carne propia. “Tenemos cuatro años seguidos que nos va mal en la cosecha, a veces sólo sacamos para pagar y el poquito de la comida y usted sabe que un tanque es caro”, expresa Gaudy Johana Medina Martínez, también habitante de Santa Cruz.

La pila donde Gaudy y su familia almacenan agua, para darle de beber a sus animales y realizar tareas de la casa. Fotografia: Onda Local

Gaudy construyó una pila en el patio de su casa para almacenar agua, la mantiene llena para hacerle frente a los meses más dificiles. “La zona es seca, porque el pozo que intentaron hacer llegó a 600 pies y no le hicieron nada, no salió agua.

El frijol que cosechamos nosotros está bastante malos, la mitad de la mazorca tiene granos y la otra mitad no”, cuenta Gaudy.

El paso de los huracanes que azotaron a Centroamérica en noviembre 2020 también afectó las cosechas en la comunidad. “La tanta lluvia el frijol se dañó y el maíz también, el aire movía para un lado y otro, una parte se cayó y quedó sólo un poquito parado”.

Sara asegura que la gente está sacando frijoles, pero no sirven. “Si saco un saco de frijoles sólo me queda la mitad, porque está podrido y el que quedó tierno se quebró”, añade que lo mismo pasó con el maíz. “El último huracán que pasó botó el maíz, sólo está el olote, porque no dio grano”.

La cosecha de frijoles no fue buena en la comunidad de Santa Cruz. Fotografía: Onda Local

Miriam del Carmen Cerrato Martínez también vive en Santa Cruz con su esposo y cuatro hijos, ahorran agua para regar su huerto. Para Miriam, los tomates, las chiltomas, el ayote, el chile, el camote y el pipián; son complementos de su comida y no necesitan comprarlos en el mercado de Chinandega.

Ante la crisis del agua y los fenómenos de la naturaleza es poca la cosecha que han logrado aprovechar, el huerto se ha convertido en una opción para obtener y diversificar la producción de alimentos.  

Reforma a la Ley General de Agua Nacionales

Nicaragua es reconocida como la tierra de lagos y volcanes, porque en su territorio se encuentran 23 volcanes de los cuales 19 están activos, también la constituyen 21 cuencas hidrográficas, 13 drenan hacia la vertiente del Atlántico y ocho hacia la vertiente del Pacífico. El Lago Cocibolca se destaca entre las principales fuentes de agua, es un lago de agua dulce y apta para el consumo humano. Alrededor de 20 municipios beben agua de este lago.

Pero, las cuencas hidrográficas a nivel nacional sufren fuertes degradaciones y fuertes procesos de deforestación, expresa Jurguen Guevara, especialista en Recursos Naturales del Centro Humbold. “La parte alta del Río Coco, la parte alta del Río Grande de Matagalpa presentan altos proceso de deforestación y cambio de uso de la tierra. Todos los estudios que se han realizado indican que cada vez vamos a tener mayores irregularidades, es decir ciclos de lluvias más intensos, pero más cortos, esto hace de que la recarga de los acuíferos y la disponibilidad de agua que los acuíferos tienen, no sea la más adecuada”.

El 12 de noviembre de 2020 la Asamblea Nacional aprobó una reforma a la Ley 620, Ley General de Aguas Nacionales, que estaba en vigor desde el 04 de septiembre de 2007. Las reformas a esta ley derogaron el artículo 97 y 98, los que permitían la proteccion de el Lago Xolotlán y el Lago Cocibolca.

Estos fueron los dos artículos derogados:

La Ley General de Aguas Nacionales reconocía el valor y la importancia estratégica del gran Lago Cocibolca, no solamente como fuente de agua potable, también para la diversidad biológica y un ecosistema con un valor especial.

A juicio de Salvador Montenegro, no existe ninguna explicación de la razón por la que fue eliminado el artículo 98. “No hay otro artículo que lo sustituya tampoco, simplemente cortaron y botaron”.

Montenegro recuerda que, a inicios del año 2000, los alcaldes de Juigalpa, Granada, Rivas, se mostraron preocupados, por ciertos eventos de descomposición en el Lago Cocibolca; peces muertos, gases saliendo del fondo del lago, mal olientes. Esos eventos generaron un diálogo para entender los procesos físicos, naturales y evitar el deterioro de este cuerpo de agua, así nació la Asociación de Municipios de la Cuenca del Gran Lago (AMUGRAN), integrada por los alcaldes de los municipios del Lago Cocibolca y Río San Juan. De esta manera se logró promover la participación ciudadana de cara a la protección del lago para aprovecharlo mejor.

Según Rosario Sáenz, directora ejecutiva de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Sostenible (Fundenic), la reforma de la Ley 620 se da en un contexto de cambio climático, dejando en desprotección al Lago Cocibolca. “El lago es capaz de poder abastecer a miles de personas si se cuida y se conserva. El gobierno por un lado y a nivel internacional exige justicia climática y compensación, pero a nivel interno elimina todas las protecciones que hay al menos formales hacia los cuerpos de agua”.

Para Ruth Selma Herrera, especialista en políticas públicas con énfasis en el sector agua y saneamiento y exdirectora de la Empresa Nicaragüense de Acueductos y Alcantarillados (ENACAL), con estas reformas se quitan también los incentivos. “Van a dar concesiones tanto para el servicio de agua, de saneamiento que es una novedad, porque pueden dar la privatización del saneamiento y eso significa un riesgo de cómo se manejan las aguas servidas, los riesgos de contaminación y por otro lado de los recursos hídricos para otros propósitos económicos”.

Fuentes de agua escaza, secas y contaminadas

Rosario Sáenz, agrega que no ha existido en ningún gobierno una política que vele por la protección de los recursos hídricos, eso ha ocasionado que se hayan secado fuentes de agua y otras estén contaminadas como es el caso del Lago de Managua. “Hemos tenido desecación de fuentes de agua, lo cual ha dejado también muchas comunidades sin acceso al recurso humano más importante. A pesar de que ha habido momentos en los que se aprueban leyes como la Ley Forestal, la Ley General de Aguas Nacionales, que velan por la protección, no ha habido ninguna actividad efectiva para que se implementen esas normas, esas leyes y esos recursos”.

La ambientalista explica que no existen programas que estén destinados a preservar y cuidar las cuencas. “El río Mayales, el río Malacatoya, todos los ríos que drenan hacia el Lago de Nicaragua, hacia el mar pacífico, si estuvieran bajo manejo, hubieran evitado algunas de las catástrofes que hemos tenido en la zona del pacífico y centro del país”.

A la lista se suma la contaminación del Lago Xolotlán. Ruth Selma Herrera hace un balance de la disponibilidad de agua y advierte que no podemos abusar.  “Tenés el Lago de Apanás que en lo fundamental le da sostenibilidad a la generación hidroeléctrica de dos plantas en Jinotega y en Darío. Una parte de los cultivos de hortalizas en la zona de San Isidro, Sébaco y parte de los municipios que van en el recorrido que le da actividad económica a Pantasma con la pesca.

Otras grandes fuentes de agua en Nicaragua, es la Laguna de Asososca que le da agua a Managua, pero Herrera advierte que no se puede sobreexplotar. Hay un límite del que vos podés sacar agua, aún cuando tuviéramos sequía, una crisis hídrica vos no podés extraerle más agua de la que te permite el nivel del gradiente que te permite el Lago de Managua, porque sino las aguas se invierten y te contaminan Asososca”.

En lo que respecta a los ríos, los principales drenan hacia el Caribe Nicaragüense (Río Coco, Bocay, Ulang, Wawa, Likus, Kukalaya, Kurinwas, Prinzapolka, Bambana, Waspuk, Río Grande de Matagalpa, Escondido, Punta Gorda y Río San Juan). “Todos estos ríos drenan hacia el lugar donde hay menos población y los ríos que tenemos que drenan hacia la vertiente del Pacífico donde está la mayor cantidad de la población de Nicaragua son ríos cortos, son ríos pequeños y son ríos contaminados, ahí tenés el río Negro, el Tamarindo; los ríos que bajan en la parte norte de la cuenca del lago Cocibolca, que son el Pacora, el río Viejo y el Sinecapa que vienen a drenar al Lago Xolotlán, entonces no podés aprovechar esas aguas. Y si te vas un poquito más al sur, el río más importante es el Ochomogo y quién se atrevería a beber agua del Ochomogo, o sea son ríos altamente contaminados”.

Si cuidamos el bosque, cuidamos el agua

Ruth Selma Herrera, asegura que el estado de los recursos hídricos es vulnerable y está asociado a la pérdida del bosque.

Herrera ejemplifica esta situación con el despale de miles de hectáreas de árboles que han sido cortados para sembrar palma africana, caña de azúcar, maní y ajonjolí en el occidente del país. Con el avance de estos monocultivos se quita el bosque y la capa forestal que absorbe el agua del suelo y que detiene la velocidad de las corrientes, por el contrario, se extrae agua de los ríos y del subsuelo para los riegos de estos monocultivos.

La siembra de arroz, la minería, la ganadería y el turísmo, son otras actividades que crecen y demanda de agua. “Hay una creciente demanda de agua, pero donde están los bosques que nos van a permitir: primero, favorecer las precipitaciones con el ecosistema que se crea donde hay bosques, la neblina, la amortiguación de las altas temperaturas que hace que haya más precipitaciones, no están esos bosques que amortigüen la caída del agua, la caída de las lluvias, las corrientes y que ayuden a infiltrar el agua, pero tampoco hay obras”, refiere Herrera.

Si no cuidamos el bosque no tenemos forma de infiltración de agua. A esta situación se suma el derroche que se hace de agua, sobre todo en el riego de plantaciones de diversos tipos.  “Los riegos por inundación, los riegos por aspersión derrochan mucha agua y es el agua del subsuelo, la FAO hace como cinco años, le recomendó a los gobiernos no usar las aguas subterráneas, porque las aguas subterráneas son las que nos van a permitir ese golpe que nos va a ir dando el cambio climático en todos los efectos que va a tener sobre el territorio y las fuentes de agua”, expresa Ruth Selma.  

Otro aspecto que menciona la especialista es la alta demanda de agua del sector turismo, pero no cualquier turismo, sino aquel que tienen grandes inversiones en infraestructura que se sostiene con riego de agua que se saca del subsuelo.

Ruth Selma nos advierte. “Si vos sacas aguas y no las recargas vamos a perder nuestras reservas y ya de hecho hay sitios de Nicaragua donde se sabe que esas aguas se van volviendo más profundas y más escazas y que los caudales de los pozos van reduciendose de manera significativa podemos mencionar Somotillo, Villa Nueva, algunas partes de León, algunas zonas de Estelí, Cuapa, Juigalpa donde perforamos 10 pozos y sólo dio uno de agua y algunas partes del pacífico a pesar de tener agua”.

El Centro Humboldt realiza monitoreo de pozos en Somotilo y Villanueva, lo hacen en la estación seca y en la estación lluviosa. En el comparativo abril 2019 versus agosto 2019, encontró que los pozos que se habían analizado en agosto tenían un nivel de agua mucho más bajo del que tenían cuando estaban en abril.  En agosto estamos en invierno.

La comunidad de Santa Cruz, está ubicada entre el Volcán San Cristóbal y el Cerro Casita. Fotografía: Onda Local.

En Santa Cruz hay unos mojones que delimitan la zona de amortiguamiento del área protegida de la Reserva Natural San Cristóbal-Casita. Sara desde hace cinco años pertenece a la brigada contra incendios, que vigilan más de 580 manzanas de tierra, pero asegura que hay gente que llega de otras comunidades y han hecho “desastres”.  “Tenemos problemas con los cazadores que por agarrar un venado le pegan fuego, los mieleros que por sacar una miel le pegan fuego; hemos tenido problemas con eso. Este año se nos quemaron los pinos, porque donde está el ojo de agua es un pinar y este año no lo pudimos controlar, se nos metía la gente a pegarle fuego. Ya tenía 25 años que no se nos quemaba”.

Sara esta acostumbrada a cuidar el medio ambiente y le hace falta. El jefe de la brigada anti incendios cuida que nadie ingrese a la montaña y dañe el bosque, pero por otras zonas es difícil. A esto se suma el impacto de los huracanes. “Estaba lindo el bosque, pero ahora el viento nos botó bastante madera, no nos hemos ocupado de reforestar tanto el sitio, porque como no lo hemos dejado quemar entonces el mismo ha rebrotado y está lindo”. Las buenas prácticas de la comunidad de Santa Cruz para proteger el bosque y con ello el agua, han protegido la única fuente de agua accesible para el consumo.

La adaptación: La vía para hacerle frente al cambio climático

Para poder hacerle frente al cambio climático tenemos que pensar en la adaptación, para reducir la vulnerabilidad y aumentar la resiliencia. El aprovechamiento racional de los recursos y su protección son claves en este proceso. “Para poder administrar agua no tenemos ni siquiera que tocarla, porque donde hay que incidir es en el territorio; tratando de evitar el mal uso de los suelos”, refiere Montenegro.

Montenegro agrega que no somos un país agrícola, hemos forzado el país a ser agrícola, somo un país forestal al que no se le ha sacado provecho.

Por su parte, Rosario Sáenz, señala que es importante insistir en que los cuerpos legales requieren de instituciones efectivas de acciones efectivas, de proyectos efectivos que logren evitar la contaminación.

la responsabilidad de los nicaragüenses y el sentido de responsabilidad gubernamental es el que más ha afectado los recursos hídricos, tenemos casi 20 años de estar insistiendo que los cambios climáticos nos van a afectar por excesos de lluvias o por sequías prolongadas.

Existen diversas acciones que se pueden realizar para proteger las fuentes de agua existentes en Nicaragua, entre estas se encuentran la reforestación y los reservorios de agua de lluvia.

Ruth Selma Herrera, señala que no se puede culpar al cambio climático de la irresponsable política ambiental que tiene el país. Además, explica que esta situación también es atribuible a la falta de educación de los productores, gobernantes y pobladores; porque continúa el despale indiscriminado de madera.

El Estado como ente responsable de regular y proteger los recursos naturales, ha permitido que la ciudadanía no haga buen uso del agua, por la falta de políticas educativas que mejoren las acciones de quienes habitan en el país. “Estamos hablando de pobladores que derrochan el agua, que tiran basura, que contaminan y estamos hablando de funcionarios públicos y de toda una infraestructura jurídica que realmente no se ocupa de hacer lo que le corresponde en esa gestión responsable de los recursos hídricos”, asegura Ruth Selma Herrera.

Si bien no podemos controlar la variabilidad climática, Jueguen Guevara recomienda fomentar a nivel comunitario acciones dirigidas a conservar y reforestar los recursos naturales. Proponer cambiar los sistemas productivos. “Si se tienen seis manzanas de tierras, tratar de no producir las seis, deja en descanso dos, aprovecha cuatro”, recomienda.

Un manejo sostenible de los recursos, un plan de gestión integrado de los recursos hídricos, una Ley de Cánones que regule el uso comercial de los recursos hídricos, campañas de promoción sobre conservación y aprovechamiento sostenible de las cuencas y planes de adaptación al cambio climático, son acciones que ayudaría a contrarrestar los impactos del cambio climático en los recursos hídricos del país.

El 11 de febrero de 2019 se aprobó por decreto establecer la Política Nacional de Mitigación y Adaptación al Cambio Climático y de Creación del Sistema Nacional de Respuesta al Cambio Climático, pero los resultados de su creación todavía no son visibles.

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