¡Ya viene el Concejo!
¡Ya viene Roberto! ¡Viene acompañado por sus malandrines!
Ya vienen a vernos cara de pendejo
Pues en hacer fraude ¡Son los paladines!
Vienen escoltados por tipos armados con cascos y bates.
Los mismos que observan y no toman parte
cuando a disidentes las turbas golpean,
o cuando te roban y ofrecen matarte.
Lo que ha resultado contra lo "orientado"
ya medio han cuadrado.
Ya vienen a darnos datos amañados.
Los votos inflados por todos los muertos que han “resucitado”
en pueblos que tienen menos habitantes
que los que han “votado” por el comandante
y la compañera,
para el fraude, fiera.
Ya se escucha el ruido que hacen con las sillas
todos los serviles y los paniaguados
que se dicen “prensa” y son arrastrados.
Mañana oiremos su canto sonoro, patético coro,
que pone mentiras en letras de oro
alabando al “hombre” que los ha comprado;
ese que pregona su amor a esta tierra
y gasta millones en tanques de guerra.
Forman un gran ruido los serviles fieros.
¡Cómo se pelean poniendo micrófonos cerca de la mesa!
¡Son tan descarados que causan tristeza!
Y los hay ineptos mostrándose adeptos.
¡Quieren destacarse con los pregoneros!
Tal lucen los pobres empleados de medios pagados,
por el gran caudillo de los… “caballeros”.
En grandes parlantes resuenan los coros
del Himno que miente sobre los cañones
y la paz que brilla y el trabajo honrado.
Todos con respeto saludan los sones:
Esa es la consigna, lo disimulado.
Ya el zángano gordo, pícaro zamarro,
lee falsas glorias con cara de barro.
Con febril cinismo,
su charla incansable nos receta dosis siempre de lo mismo:
Ganaron aquellos que fueron ungidos,
que fueron marcados con su dedo afable,
por el Gran Caudillo del Cruel Populismo,
el que tanto anhelan que, al menos, les hable.
Concluyó el sainete.
Todos los mediocres aúllan ¡Victoria!
sin haber tenido vela en esta historia.
El gordo se aleja cumplidos sus fines
va siempre delante de sus malandrines
que son decorado o les dicen ¡Vete!
Ellos por el oro aceptan el mal
y no les importa que la Patria muera
que los pobres huyan aunque en la frontera
los espere el hambre y el frío mortal,
las mafias, las drogas, el coyote fiero.
Nada les importa, tan sólo el dinero
que es el gran anhelo de su ser venal.
Tal salen los chanchos que integran
La marcha fatal
Autor: Anonimo