La hija de la madre de las marchas

La población desafió al régimen de terror

Guillermo Cortés Domínguez

Especial para Onda Local.- Una joven señora dijo “Esta es la hija de la madre de las marchas”. Es precisa esta apreciación. Se refiere a la gran marcha del 30 de mayo, Día de las Madres, en que un pueblo desbordado asombró con semejante participación. Hoy sábado 30 de junio, la marcha fue enorme, pero no tanto como aquella, así que vale llamarle “hija”.

Esta marcha fue especial porque sucede, y de manera multitudinaria, pese a que en las últimas tres semanas la dictadura trató de imponer un régimen de terror al mandar a asesinar indiscriminadamente a sus escuadrones de la muerte formados con policías y paramilitares que llegan a los barrios y actúan como un ejército invasor o de ocupación que mata y secuestra a ciudadanos, sobre todo jóvenes.

Es posible que mucha gente no llegara a la marcha por temor a una incursión de estos escuadrones de la muerte, pero decenas de miles sí lo hicieron, dejando atrás sus temores e incertidumbres y marcharon desde el monumento a Alexis Argüello para decirles de nuevo a los Ortega-Murillo, ¡Que se vayan!

La gente recuperó las calles desde este viernes con la marcha del orgullo homosexual y lésbico acompañada por muchos heterosexuales de ambos sexos y hoy la población se lanzó a las calles con entusiasmo, superando el régimen de terror que quiso establecer la dictadura. La gente mostró que es rebelde e indómita aún en las peores circunstancias.  

¡Presente!, ¡Presente”, ¡Presente    

Marchamos con mi esposa Carolina hasta la rotonda Jean Paul Genie, donde estuvimos unos 40 minutos, suficientes para acompañar el momento supremo de decir ¡Presente! después que se mencionara el nombre de cada uno de los niños asesinados por la dictadura. El penúltimo en ser dicho fue el de Teyler Leonardo Lorío Navarrete, el niño de 14 meses cuyo certificado de defunción en un hospital del gobierno dice: “Sospecha de suicidio”. Qué rotundo y poderoso fue ¡Presente, Presente, Presente!, al final.

Y es que “La marcha de las flores” fue en memoria de los niños asesinados por el régimen desde el 18 de abril, dos de ellos quemados vivos y los demás producto de balazos de armas de guerra. Miles llevaron flores, algunos, incluso, ramos, y los depositaron con respeto, casi con veneración, en las cruces y túmulos de la rotonda Jean Paul Genie, que se ha convertido en un monumento funerario.

Abundaron las pancartas en demanda de que “¡Desarticulen a los paramilitares!”; “No más represión”. Un grupo de personas llevaba cruces en alto. Cada una de ellas tenía el nombre de un niño asesinado. De igual manera un grupo de muchachas marchó con lanza morteros rotulados con los nombres de los niños.

Desde los puentes publicitarios en Carretera a Masaya, era imposible verle inicio y fin a marcha tan gigantesca que hoy le recordó a Ortega que pese a sus escuadrones de la muerte y al régimen de terror que ha intentado establecer, se ha superpuesto a ello el espíritu de lucha del pueblo, su coraje y determinación.        

Lamentablemente tuvo un final cargado de sangre, pues varios jóvenes resultaron heridos por paramilitares que les dispararon desde la propiedad que le ocuparon al multimillonario Piero Cohen. El sonido de los balazos llegó nítido a la rotonda Jean Paul Genie, donde Carlos Mejía se aprestaba a cantar. Él lamentó la agresión y se dispuso a iniciar “Nicaragua, Nicaragüita”, pero lo interrumpió la emoción y el llanto. La música continuó, él hizo varios intentos más, la voz desapareció y mucha gente, precavida, comenzó a abandonar el lugar.                        

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