Eran estudiantes, no delincuentes

Era el grito generalizado en la marcha más grande en la que he participado desde los años 80. Se habla de medio millón y hasta de un millón de personas. Mujeres, hombres, jóvenes, adolescentes, niñas, niños a todo pulmón: Eran estudiantes, no delincuentes. Las voces te ponían la piel de gallina, como se dice popularmente. Eran gente llegada de barrios, de comunidades urbanas de Managua la mayoría. Aunque, también escuché a algunas que venían de comunidades rurales de la capital. Trabajadores de oficinas. Integrantes de movimientos sociales, como el movimiento de mujeres.

La mayoría se había concentrado en Metrocentro. Les había visto caminar presurosas desde las unidades de transporte urbano (114, 119, 102, 105, 110, 120, entre otras). Otras personas venían a pie y también en motocicletas.

Les volví a ver caminar en la calle central de Villa Progreso, donde se ubica la Universidad Politécnica, más conocida como UPOLI. Recuerdo que una de las consignas era UPOLI, UPOLI. Caminaban dando saltos por encima de los adoquines -que tanto me recuerdan a Somoza- haciendo a un lado los restos de llantas quemadas y hasta botellas quebradas.

El calor era sofocante y con la cantidad de personas que se aglomeró en aquella calle de por sí angosta, hacía el ambiente más pesado. Pero ni las personas mayores, ni las jóvenes, se amedrentaban. Las consignas salían de las gargantas con vigor, con optimismo, con ganas diríamos en Nicaragua.

Mujeres delgadas, gruesas, gordas; hombres igualmente gordos, grandes, recios o delgados, pelo liso, pelo crespo, pelo murruco o ensortijado, de todos los colores y largos. Esa eran las personas que marcharon. Muchas con camisetas blancas; otras de negro, pero todas marcharon.

Miles de consignas gritadas a todo pulmón. Una identificaba la demanda colectiva que respondía al discurso de Daniel Ortega el pasado 21 de abril “… los que organizan este tipo de protesta vienen e incorporan a jóvenes, muchachos o adultos que han caído en la delincuencia, son delincuentes, ahí está el récord, lo tiene la Policía el récord de estos delincuentes, de los que han sido detenidos, son miembros de pandillas...” Por eso vociferaban “Eran estudiantes, no delincuentes”.

Marchas similares se produjeron en todo el territorio nacional, autoconvocadas. La gente experimenta mucho descontento.

En cualquier parte, las protestas ocurren cuando hay insatisfacciones en la población. En Nicaragua, hay un acumulado de descontentos económicos, sociales, jurídicos y políticos, no solamente se trataba de la reforma a la seguridad social; ésta fue la gota que derramó el vaso. La corrupción, el desempleo, los femicidios, el aumento casi semanal del precio de la gasolina, los bajos salarios, el aumento del costo de la energía, la calidad del transporte público, son entre otros parte de los problemas que aquejan a la población.

Nicaragua quiere la paz sí, pero no la de los cementerios   

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