Familiares de personas presas políticas apelan al “gobierno”, fuerzas políticas e iglesia para que faciliten un proceso de unificación

Un grupo de 27 familiares de personas privadas de libertad por razones políticas, poco más del quince por ciento de 170 personas presas políticas, apeló a los gobernantes, a las fuerzas vivas de la nación y a la iglesia para que encabecen y apoyen un proceso de unificación ciudadana, en disposición de construir puentes; escucharse unos a otros para “así comenzar a desarmar la desconfianza mutua que por siglos nos ha dividido”, en pro de la libertad de sus familiares. 

“Hacemos nuestro llamado a esta tarea constructiva por amor profundo a nuestros presos, pero que no quepa la menor duda de que también nos mueve un serio compromiso con la patria, para la cual deseamos más esperanza y menos angustia en todas sus esferas – espiritual, económica, cívica, social, y política”, señala el pronunciamiento leído por Marta Lucia U. de Chamorro, esposa del preso político Pedro Joaquín Chamorro.

Manifestaron que desean acoger a quienes deseen unirse a este grupo de familiares. A la vez, subrayaron que se presentan antes la gran familia nicaragüense, motivados no por ideología política o por rencor de ningún tipo. “Nos hacemos presentes impulsados por las fuerzas del amor y la lealtad, para fomentar un esfuerzo común en aras de la liberación de los 170 hermanos y hermanas que hoy se encuentran tras las rejas”.

El pronunciamiento cita una encuesta de CID GALLUP de diciembre 2021, la cual señala que el 73% de los nicaragüenses consideran la encarcelación de los presos políticos como una injusticia. “También sabemos que además de voluntad, existe en el país un sentido de urgencia. Recordemos que esa misma encuesta indica que el 67% quieren ver anulados los juicios de los presos políticos y su excarcelación inmediata. Este amplio sentimiento público es alentador, ya que nos revela que para los nicaragüenses la libertad de nuestros presos no es un asunto de preferencias partidarias ni es una maniobra en una lucha por el poder. Su liberación, más bien, se puede ver como el paso inicial en un proceso que conlleve un mayor grado de serenidad para los hogares nicaragüenses, dentro y fuera de nuestras fronteras; y que ayude gradualmente a reducir grietas en nuestra sociedad”.

Una anhelada paz duradera y una unidad genuina no será posible mientras no se dé la liberación de las personas presas políticas, aseguran. “Los nicaragüenses, después de todo, somos un pueblo compasivo y cristiano, y por lo tanto somos un pueblo incapaz de olvidarse de los que están en celdas, aislados de sus seres queridos. De hecho, los familiares de los presos políticos hemos experimentado muy intensamente la bondad solidaria del nicaragüense, porque junto a las muchas oraciones que recibimos a diario, nos llegan mensajes de todas partes y de personas que a veces ni siquiera conocemos, expresando su preocupación personal y persistente por nuestros presos”.

Para este grupo de familiares, “la liberación de los presos políticos puede servir como una especie de liberación compartida por todos los nicaragüenses, porque es obvio que el encarcelamiento de los 170 hermanos y hermanas viene siendo como un encarcelamiento paralelo de la gran familia”.

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