Agroecología: Una alternativa de producción sostenible

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Ramón Potosme enseñando la composta, un abono orgánico • Foto: Isayara López / Onda Local

Ramón Potosme y Samuel Palacios son dos productores jóvenes que han encontrado en la agroecología la oportunidad de sembrar y producir de forma sostenible, sin dañar al medio ambiente. Con esta práctica aportan desde sus espacios a la soberanía alimentaria, tienen acceso a comida saludable y les permite producir en espacios pequeños, con poco tiempo y limitados recursos.

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En la comunidad Cañas Blancas, del municipio El Rosario en Carazo está ubicado el Vivero Nambume de origen Chorotega, un lugar donde Ramón Potosme junto a su familia, han implementado las prácticas agroecológicas de sus ancestros; en sus siembros han incluido las plantas medicinales y preservan granos antiguos criollos.

Cultivo de asociación de maíz, frijoles y amaranto

Durante el recorrido por el vivero, Ramón se detiene en “la milpa”, un espacio donde hay un sistema de cultivo asociado, aquí se pueden encontrar maíz, frijoles, pipián, ayote y más de 10 tipos de plantas que se utilizan como verduras, medicina o complemento.

Mientras observa sus cultivos, Ramón asegura que en unos años será difícil producir si no se cambian las prácticas actuales de los sistemas tradicionales de producción, “yo creo que los jóvenes somos  más susceptibles al cambio o adaptarnos a tomar nuevos retos,  a veces es bien difícil trabajar con la gente mayor, es decir que cambien sus prácticas y lo últimos 50 o 60 años ha habido una dominación en la información sobre cómo se hace la agricultura, pero yo siento que producir de forma agroecológica es mejor que quemar el monte con herbicidas o es mejor que echarle veneno a las larvas de los frijoles”.

Para Ramón Potosme esta alternativa es un acto de resistencia porque requiere un esfuerzo adicional y promueven en la juventud el volver a sus raíces agrícolas, “esta comunidad hace unos 15 o 20 años era netamente agrícola todo el mundo se dedicaba a sembrar maíz, frijoles, yuca, quequisque, chiltoma, tomate y eso hoy no existe, los chavalos están enfocados en trabajarle a la zona franca, entonces es un enorme desarraigo de su tierra y de su familia”.

En Nambume se cultivan y venden plantas medicinales como el zacate de limón, ruda, hierbabuena, albahaca, romero, plantas culinarias como tomillo y eneldo, plantas medicinales ancestrales como la Xiauite Zompelic, Cihuapate y el Muicle. El abono que utilizan en los cultivos es orgánico, le llaman composta y está hecho a base de estiércoles, hojarasca y microorganismos de montaña; en el caso del maíz, le agregan gallinaza un componente de desecho orgánico que tiene nitrógeno y sustituye la urea.

A juicio de Ramón para mejorar la alimentación y la seguridad alimentaria hay que volver al maíz, “cada vez que nosotros compramos una tortilla, una cosa de horno o rosquillas apoyamos un agricultor de maíz de la zona; pero cada que compramos pan y lo bebemos con café estamos apoyando a un agricultor de Argentina, Rusia o Canadá que es de donde vienen estos productos”.

“La agricultura orgánica me conecta con la tierra, meter la mano en la tierra me hace conectar con las plantas, me siento feliz el ver que sale un chilote, me maravillo al apreciar una flor amarilla con una abeja, esas cosas sólo nos la dan nuestra Madre Tierra”.

Proyectos agroecológicos jóvenes

En la comunidad Los Cerritos, municipio de San Rafael del Norte vive Samuel Palacios, un joven que desde 2017 integra una red de promotores agroecológicos con el proyecto AgroJoven. Desde entonces ha trabajado y promocionado productos agroecológicos, desde la conservación del suelo, utilización de productos orgánicos, implementación de nuevas técnicas para cosechar sanamente y junto a sus compañeros han creado un banco de semillas como una alternativa de resiliencia ante el cambio climático.

Según Samuel, AgroJoven trabaja en tres municipios un consorcio en Jinotega, otro en San Rafael del Norte y La Concordia, en San Rafael del Norte está en siete comunidades del corredor seco de Jinotega. “Nosotros aprendemos desde el manejo de suelo, el manual del manejo de la semilla, por lo menos con el banco de semillas, pues el rescate de semillas criollas y acriolladas como recuperación de nuestra identidad y la creación de huertos”.

Cada 12 de agosto se conmemora el Día Internacional de la Juventud (DIJ) este año el día fue enfocado en “Transformar los sistemas alimentarios: Innovación juvenil para la salud humana y planetaria”, como un llamado de atención sobre la necesidad de desarrollar sistemas alimentarios más equitativos y resilientes.

Para Samuel involucrar a jóvenes en actividades que promueven la agroecología, permite crear esa conciencia de que se puede producir y cultivar de una forma amigable para el medio ambiente, “no deberíamos destruir lo que nos da de comer, porque el suelo nos da el alimento nosotros aunque nosotros lo trabajemos, creemos que la labranza mínima o labranza cero es de vital importancia para el cuido de la madre tierra, pero también el no uso de herbicidas y el no quemar el suelo nos ayudaría a revertir el daño”.

Hace tres días el informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) aseguró que el cambio climático es “irreversible”; el estudio de los expertos informó que la temperatura global es 1,1 grados y señalaron que la actividad humana ha causado la mayoría de esa cantidad, “la actividad ha favorecido cambios en las precipitaciones desde mediados del siglo pasado, así como en la mayor salinidad de las aguas del océano o la reducción de los glaciares”.

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